A TRAVÉS DE TU MIRADA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Me gusta contar las palabras y hacerlas bailar para ti. A pesar de que digas siempre que no significan nada.

 

Envuelvo nuestra historia en palabras de amor, que te envío puntualmente en forma de carta. A veces quisiera obtener a cambio una sonrisa o un guiño en el alma de un poema, pero tu no eres así.

 

Comencé a escribirte cuando deje de sentirte a mi lado, como un grito de desesperación ante tus oídos sordos. Contaba palabras y las hacía bailar en círculo, sin saber que tú tirabas todos los papeles viejos junto a las facturas del banco.

 

Entre las letras en blanco y negro, se sucedían los “lo sientos” que acuciaban una culpabilidad casi asombrosa aún sabiendo que solo eras tú el que ya no era capaz de ver el cielo azul aunque lo tuvieras delante. Y a pesar de los “lo sientos”; ni una sonrisa envuelta en papel celofán. Ni una palabra quieta y ahogada en murmullos. Ni un silencio cómodo, ni una caricia azulada. Ni una queja, ni un te quiero, ni una letra, ni un final, ni una pausa. Solo la nada.

 

Cada vez que mi corazón mascullaba palabras nuevas, éstas bailaban más y más despacio con un movimiento casi imperceptible y una desazón demasiado al descubierto. Cuando en vez de un lo siento, había una súplica masticada; la única recompensa era la lástima que yo seguía profesando en letras contadas a millares, pero solo para mí. Y la nada seguía cubriendo el futuro como un agujero negro en el espacio.

 

La palabra que nunca bailó para ti fue un adiós. Nuestras despedidas siempre fueron en silencio, sin embargo los  regresos eran demasiado ruidosos, y ese fue el problema. No saber distinguir el término medio de una historia interminable sin final de cuento de hadas. Supongo que habría ganado la nada, si hubiéramos querido saberlo.

 

El mundo de fantasía es verdad cuando cuento palabras y las bailo para ti. El  mundo de fantasía sería real si yo fuese la emperatriz infantil enferma de muerte. Lo malo es que tú nunca serías Atreyu y nunca buscarías un nombre nuevo para salvarme.

 

Me gusta contar las palabras y hacerlas bailar para ti. Aunque tu prefieras que esto acabe de esta manera.

Conmigo guardando un granito de fantasía.

Contigo rompiendo los papeles viejos.

 

 

 

 

En el patio caen las pinzas de la ropa de algún Dios. Y de vez en cuando unos calcetines de rayas.

 

Es lo bueno o lo malo que tiene vivir en un primero. Acabas con tu propio baúl de los  recuerdos hecho de retales de todos los dioses del olimpo, plumas de gaviota y alguna toalla desteñida que les cayó a los del segundo.

 

Lo malo,  es que lo que la mayoría de humanos no saben, es que cada pinza de ropa de los dioses simboliza cada uno de los sueños que les son pedidos todos los días y que ellos ya no cumplirán.

 

Ser Dios debe de ser un trabajo gratificante; controlando a cada minuto que pasa, la vida, los deseos, los sueños y las ilusiones de toda la humanidad.

Pero los dioses también fallan; por eso yo tengo la terraza llena de pinzas verdes de la esperanza de algún bobo que todavía cree que vale la pena rezar.

 

Es triste que un deseo sea tan solo eso, un deseo; que a menudo no se cumple y se convierte entonces en nostalgia de lo que nunca sucedió. Y seguimos pidiendo, y seguimos añorando, sin saber que seré yo la que conserve todos esos deseos en una caja de zapatos guardada en el armario de la ropa sucia.

 

Supongo que si los dioses tuvieran menos adeptos, tendrían más cuidado al tender la ropa en el olimpo; y pintarían las pinzas de todos los colores vivos y alegres que pudiésemos imaginar. De esa forma,  habría pinzas azules, que inyectarían vitalidad a los enfermos, habría pinzas verdes que les darían esperanza a los vacíos, y habría pinzas rojas que les darían amor a todos los que lo necesitamos imperiosamente.

 

Pero no las dejarían caer, eso nunca; menudos dioses que arrojan los deseos sin cumplirlos; menudos bobos los que todavía tienen fe. Y al final la única afortunada soy yo, que estreno pinzas cada día, de colores pero en un tono mate y sin el brillo de una realidad mejor.

 

Si el destino es dirigido por fuerzas superiores, seríamos marionetas dirigidas con hilos hacia precipicios negros. Si el destino fuera escogido sin tener en cuenta el más allá, tal vez no hiciese falta desear, sino tener esperanza en que las cosas son solo obra y gracia nuestra.

 

Sin dioses al menos, yo no tendría que barrer todos los días.

Ibamos caminando la muerte, tu y yo. Normalmente habríamos caminado muy juntos;  o muy separados dependiendo del pie con el que nos hubieramos levantado. Era diferente y tétrico el querer abrazarnos los dos a la misma muerte que un día nos llevaría de la mano.

 

Yo a la derecha y tu a la izquierda, peleados por no estar en el centro y ser el punto álgido de todas las atenciones. Por una vez no eramos nosotros los protagonistas del cuento, a pesar de haber sido inspirado en nuestros pasos.

 

Todo había comenzado en el Juzgado de Guardia. La muerte, tu y yo entrábamos juntos al banquillo de los acusados.

 

No queríamos recordar los crímenes cometidos, ni los robos o los millones de delitos echos las semanas previas. Nos habíamos convertido en lo peor. Lo supe cuando me dí cuenta de que ni podía mirarte a la cara. Prefería atravesar con la mirada al juez, que tener que soportar tus ojos asesinos sobre mí.

 

La muerte era una acusada inocente. En realidad la habías utilizado para salirte con la tuya, pero habías conseguido que yo me volviera a enamorar de la manera más profunda y eterna en la que alguien puede entregar su alma. Enamorar, enamorarse con una pasión renovada, con esa pasión entregada y quieta con la que tu me amenazabas.

 

El juez dictó sentencia y contra todo pronóstico tu quedaste en libertad, a pesar de ser un asesino de los vivos. Un asesino de ilusiones y un ladrón de sueños, además de bancos, ordenadores y cámaras de vídeo.

 

Quedaste en libertad y quisiste ser mi sombra de nuevo. Me daba asco tu rostro pero estaba enamorada. Enamorada de la muerte a la que no volví a abandonar.

 

Nunca más pudiste robarme los sueños.

Llevo mucho tiempo sin escribir por aqui. El por qué?No lo se, una conjunción de planetas que obstruyen mi inspiración supongo , o algo así. Es verano, al menos de estación, porque de tiempo meteorológico no estoy nada convencida. Tengo una sobrina nueva, (dios mio, ahora ya son dos) y ya me queda menos para acabar de pagar el coche (ahora además del volante, también debe de ser de mi propiedad algún asiento; el resto que yo sepa sigue siendo del banco). Otra cosa que me ha pasado recientemente es que mi piel ha cambiado de color, ahora es como de un tono canela-dorado-color indefinido (moreno, dicen por ahí) gracias a un magnífico intensificador del bronceado, que yo sigo sin saber si intensifica pero bueno psicologicamente yo me veo más morena que cualquier otro verano.

 

Además estamos en época de rebajas; el primer día fue tan agobiante que me acabé comprando una barra de labios, que por cierto no tenía descuento. Dias más tarde acabé comprando unas cuantas cosas más sin olvidarme por supuesto de unos zapatos, por aquello de ir ampliando mi colección. En eso me parezco a la de Sexo en Nueva York.

 

Trás obviedades y cosas sin importancia, el otro día me pasó algo muy  curioso. Estuve con mi perro, o mi ex perro, llamémosle mejor por su nombre. El otro día estuve con Lía. Afortunadamente se acordaba de mi, y  cual potro salvaje vino corriendo hacía mi, y apoyó sus zarpas en mis hombros, con mi consiguiente caída al suelo. Fue un mal menor, sobreviví para contarlo. No me extraña que a los perros se les atribuya la fidelidad, porque después de tanto tiempo, ella sigue acudiendo a mí como si fuese yo quien le diera de comer todos los días. Pobre, con lo bien que lo pasábamos las dos paseando por la playa. De todas maneras, la perra está cambiada. Supongo que por cuestiones de adaptación.

 

Cuando una persona pasa mucho tiempo con otra en cierta manera cambia, a modo adaptación digamos que por razones de supervivencia en determinados grupos sociales. Yo tuve novios de muchos tipos, hippis, pijos, simplemente imbeciles, encantadores, guapos, atractivos, digamos que menos atractivos; y supongo que en cierta manera yo siempre tuve que adaptar algo, bueno o simplemente ceder. Alguna vez me adapte más y otras veces me adapté menos. Alguna vez acabé cenando en restaurantes pijos, y alguna otra vez acabé incluso yendo a una feria informática.

 

De todos esos cambios y adaptaciones, he de reconocer que aparte de ser más exigente y he de decir que bastante más mala con los hombres, realmente mi personalidad no ha cambiado para nada. Sigo cediendo de vez en cuando, por supuesto, pero no he vuelto a ir a jugar al golf desde luego. Como máximo al poker, que también jugaba  con alguno.

 

Si es que la personalidad desde que nacemos ´varia muy muy poco. Afinamos y adaptamos cosas, y cedemos en otras, pero cuando cambiemos en lo más básico, será la hora de ponerse a temblar.

 

Por cierto lo de hoy es positivo, o sea que el capitán puede comentar

Hoy estoy triste otra vez. En fin, lo bueno de estar triste es que al fin logro escribir algo en el space cada día por cierto más abandonado. Lo malo es precisamente eso, el estar triste. Llevo mucho tiempo pensando en que necesito un cambio en mi vida, un cambio radical, algo que me quite de encima los recuerdos, no solo los malos, si no los recuerdos en general; quizás no quitármelos pero si conseguir dejarlos aparcados por unos días o unos meses, o unos años.

 

supongo que los que leen esto (pocos pero escogidos), se habrán sentido alguna vez con el impulso de dejarlo todo atrás, de irse a otra ciudad, de comenzar otra vida, por un tiempo, de empezar a vivir de nuevo de un presente, que no se porque, pero a mi me parece la misma película de siempre que yo vuelvo a revobinar una y otra vez; y vuelvo al mismo sitio, y comienzo de la misma manera, con la misma gente, o con gente que me recuerda a otra. Y el final siempre es el mismo.

 

Creo que a veces soy yo misma la que labro mis errores o la que repito errores que otros tuvieron conmigo, y a veces tambien me dan ganas de romper ese reloj de arena que marca los tiempos de cada uno, y poder marcar yo el mío sin pensar que hago yo en un lugar como este. Supongo que creía que ya había cambiado, y no así, lo peor o lo mejor es que algunos tambien han cambiado y no precisamente para bien . Ha sido una época de pérdidas de amigos, de gente a la que quería, esta vez no po rmi culpa, al menos en este caso, en otros quizás si.

 

Desde la adolescencia no me sonaba ninguna discusión de yosequetudijisteestoporquealguienmedijoquelohabíasdichotuycomoyosoytontoporesomeenfado….en fin, correveydiles sin importancia que llegada cierta edad y llegados ciertos sentimientos que nunca llegue a creer tan profundos, fastidian, y de que manera.

 

Y la historia se repite, en el mismo lugar, en el mismo momento, con la misma gente parecida y con el mismo final triste gracias al que ahora escribo. Podría personalizar el texto, aunque quien lo lea se dará por aludidos, para bien o para mal. Finalmente acabaré creyendo en el destino, y en qeu todos los caminos llevan al mismo punto. Es triste, tener el mismo final, y seguir sin estar preparada para ello.

A través de tu mirada

 

 

Una de las características del ser humano que más me suele llamar la atención es la empatía, la capacidad de poderse poner en el lugar del otro, y sentir lo que este siente; eso hace comprender mejor las cosas y poder construírte a ti mismo de una manera más positiva.

 

Me gustaría poder ver a través de la mirada de otros, ya que a veces las actuaciones de algunos se escapan ya no de mi mera capacidad comprensiva, si no hasta casi de la observación.

 

Si viera a través de los ojos de otros, podría verme a mi misma objetivamente, y no me imaginaría siempre en una serie de películas que a veces no van nada conmigo. Aunque seguramente eso de no ser objetivo con uno mismo no solo me pase a mi.

 

Estoy contenta aun a pesar de no poder mirarme de un modo eficaz, de hecho a veces aún me sorprende el como me miran otros. Y esos otros que me miran, sobre todo un otro en concreto, sería la mirada a través de la cual yo más quisiera mirar.

 

Bueno, que al final la entrada de hoy es cortita, pero más que nada solo para decir que sigo por aquí sobreviviendo.

¿Que es lo importante en la vida? ¿Lo que eres, o lo que pretendes conseguir?. ¿Es más importante nuestro curriculum o quizás lo que demostramos de corazón día a día?

Si ahora mismo me inventase una escala de prioridades de mi vida, conseguir el éxito profesional no estaría por encima de conservar la dignidad personal. Y una de las primeras cosas sería ser independiente, dirigir mi propia vida, y ser quien yo quiero ser sin ningún tipo de aditivo, ni ningún tipo de premio de cualquier índole.

 

Creo que cada uno es quien es, y yo cada día tengo más claro lo que quiero y no quiero a mi alrededor. Y mi conclusión es que no estoy en venta, por ningún tipo de trabajo, ni por ningún tipo de reconocimiento público.

 

Todas estas ralladuras mentales tienen un porqué. Como tienen un porqué todas las cosas de mi vida que yo a veces abandono por el camino. El teatro no será una de ellas, pero estoy convencida que no permitiré que esto sea a cualquier precio. No al precio de convertirme en quien  no soy. Porque al fin y al cabo, cada uno es lo que es, y lo que quiere ser; y yo quiero ser actriz, pero cuando dentro de 20 años mire atrás, no quiero ver que he aplastado a gente por el camino. En definitiva, no quiero llegar sola, no quiero tener éxito ni ser admirada, si no tengo gente a mi alrededor en quien confiar , ni con quien compartir mis alegrías, o mis penas claro.

 

Cuando te embarcas en aventuras artísticas, lo haces pensando en trabajar, en darlo todo, en llegar como sea a conseguir despuntar y seguir trabajando en lo que más quieres, pero no por encima de los demás, ni a pesar de los que te rodean. A veces como me pasa a mí, mi idea y la de otra persona que se embarca contigo no es la misma. Pero la interpretación, y quien se dedique a ello lo comprenderá crea vínculos muy fuertes, y es tan dificil trabajar con alguien que los rompa…Para mi imposible, aún me quedan muchos golpes que llevarme y mucho que aprender.

 

Pero a mi el teatro, la interpretación, la oportunidad de estar en un escenario, me ha dado noches sin dormir, quebraderos de cabeza, desilusiones y golpes de los que ahora tantísimo me está costando reponerme.

Pero también me ha dado los momentos más felices de mi vida, me ha dado la posibilidad de saber lo que se puede amar una profesión, me ha dado orgullo de lo que haces y me ha dado tambien los mejores amigos que me pueda imaginar.

 

Intentaré quedarme con lo bueno.

 

¿Quien eres?¿Quién quieres ser? ¿Un gran actor o una gran persona? Ala, ahi dejo eso, se admiten apuestas.

Hace unos días tuve una duda. Más bien muchas. Digamos que no sabía si algo que quería hacer sería un error o no. Realmente sigo con la duda, aunque solo al 50%, ya que al final hice lo que quise hacer y no obtuvo ningún mal resultado, más bien al contrario.

 

El mundo gira demasiado rápido, o quizás es que mi cabeza gira demasiado despacio. Diferentes biorritmos y diferentes dudas. Diferentes estados de ánimo que terminan en caricias con quien tenías hace tan poco discusiones, y al revés.

 

El tiempo pasa, las cosas se suceden, sin demasiado sentido y sin demasiado acierto, pero con algunas buenas intenciones que te hacen pensar en colores claros y tonos neutros, que a veces tienen más consistencia y más sentido que un rojo pasión. Eso que yo siempre fui pasional. Sérá que mi cabeza me pide un descanso en materia de amor, aunque me sigue pidiendo diferentes formas de comunicación, algunas poco entendidas en ciertas estratos. Será que mi cabeza y mi cuerpo no llegan a un acuerdo de lo que quieren o lo que no.

 

El otro día me fui de marcha. Iba siendo hora, hacía ya bastante tiempo. Me di cuenta de que lo que quería hace un año, no es lo mismo que quiero ahora. Será que la soledad de antes me incita a más soledad , y ahora francamente no me apetece amor, ni familia, ni casa con niños ni perros. Me apetece libertad, o eso dice mi cabeza, bueno e incluso mi cuerpo, que lo que quiere es mimos pero no compromiso.

 

Me he cansado de esperar el amor. Me he cansado de desesperar el amor. En resumen: estoy cansada y quiero seguir mi camino por mi lado, acompañada pero sola, buscando un amor que no signifique un compromiso, buscando una pasión que no me quite libertad. Buscando la belleza en las cosas más pequeñas y con menos sentido.

Es cierto que a veces los amigos se distinguen cuando están ahí en las peores épocas. Y es cierto que también ahí se distingue la gente a la que no le importas una mierda, a esa que solo está por estar cuando a ellos mismos le interesan.

 

ES curioso, pero en los malos momentos, el ser humano no tiende a pedir ayuda, y prefiere comerse los problemas solo, precisamente por no reconocer que a veces todos necesitamos apoyo. Me pregunto si esto viene dado por los golpes y los batacazos de los que lo saben todo y aún así no hacen nada.

 

Probablemente yo tenga más amigos de los que creo, y menos de los que esperaba, y a menudo, no deja de sorprenderme que los verdaderos amigos sean precisament  los que menos esperamos, y a los que menos acudimos.  Me hubiera encantado estos días tomar un café con un buen amigo, o simplemente sentir compañía cerca cuando pensaba en lo profundamente sola que estaba. En parte quizás la culpa es mía, por no acudir a quien debería hacerlo, o porque quizá no sepa distinguir con quien quiero o no quiero estar, y en quien puedo o no puedo confiar. A lo mejor también debería ser más directa para que esto se entendiera, pero es tan dificil decir las cosas que en realidad te importan. ES más facil sonreir, llevarte el mundo por delante, y llorar sola en  tu habitación que esperar a que te llamen y te echen un cable. Ir por la viida riendo seguramente tampoco sea buena solución.

 

¿Como saber entonces en quien confiar? como sabemos quien n o te dará la puñalada a la primera de cambio? ¿Como sabemos quien desaparecerá en el peor momento de tu vida? ¿Debemos conformarnos con quien nos quiere o debemos de seguir cosechando para que alguien destruya nuestros frutos?

Dificil solución. Crear , luchar o matar, y sobre todo intentar no morir en el intento.